El hecho de que persista la violencia contra las mujeres en nuestra sociedad sigue siendo un problema alarmante y de extrema gravedad, a pesar de los enormes avances registrados en su erradicación. El cine como herramienta de comprensión y transformación social ha registrado históricamente un uso endémico en la representación de roles y estereotipos sobre la mujer cuya peor derivada es la injustificada violencia machista. Este medio debe reivindicar su papel como elemento enculturizante así como de agente promotor del conocimiento y de la reflexión empática hacia el problema. La violencia contra las mujeres necesita ser afrontada con propuestas que sirvan para desenmascarar los resortes que la ocultan y siguen justificando, poniendo en evidencia unos modismos narratológicos y formales que es preciso analizar para arrinconarlos definitivamente.