A lo largo de la historia diversas innovaciones tecnológicas —como la imprenta, la máquina a vapor, el teléfono, la lavadora (Chang 2011), la computadora…— han cambiado la vida cotidiana transformando situaciones, escenarios y contextos. Hasta hace bien poco, considerábamos que la Inteligencia artificial y el Internet de las cosas tenían que ver más con el futuro que con el presente. Sin embargo, ya forman parte de nuestra vida diaria, contribuyendo a recrear la realidad. A día de hoy no hay disciplina que quede al margen de las vertiginosas novedades que la llamada Inteligencia Artificial supone y trae consigo. Mientras el Internet de las cosas recopila los datos, la Inteligencia Artificia los procesa para darles sentido. El derecho, la salud, el medio ambiente, la economía en cualquiera de sus sectores y hasta las políticas públicas se ven cada vez más influidas y afectadas por lo que en apariencia «sólo» es una herramienta digital.