Los moriscos antiguos murcianos. Expulsión, vuelta y permanencia (1609-1634)

José Pascual Martínez
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Los moriscos antiguos murcianos vivieron un proceso especial de asimilación por el que, a principios del siglo XVII, los ladinos habían incorporado los mecanismos necesarios para traspasarse de moriscos a cristianos viejos insertados en el tejido social. Por esta razón quedaron al margen de los bandos de expulsión, hasta que a finales de 1613 la intransigencia de Felipe III y de Lerma, así como de su brazo ejecutor, el conde de Salazar, les llevó a decretar la expulsión después de declararles malos cristianos, con el argumento de que, si estos moriscos eran exceptuados de la expulsión, se arruinaría a toda la empresa. Sin embargo, los moriscos antiguos desobedecieron a los bandos, permanecieron camuflados y, después, con la ayuda y connivencia de cristianos viejos, cooperaron en el regreso de los embarcados. Mientras la Corona se incautaba, subastaba y vendía los bienes que los moriscos no habían podido vender antes de abandonar sus casas, siguió la caza de quienes volvían y de quienes no habían salido para expulsarlos o condenarlos a galeras. Este escenario de sucesivas expulsiones persistió hasta el año 1634, cuando Felipe IV dio por finalizada la expulsión decretada por su padre.