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Las enfermedades infecciosas han representa- do un factor determinante en la historia de la humanidad, ejerciendo una presión selectiva que ha influido en la evolución de las poblaciones. Hasta el siglo XVIII la esperanza de vida era inferior a los 30 años, mientras que hoy en España alcanza los 84 años, en gran parte gracias a los avances en salud pública y medicina. La lucha contra las enfermedades infecciosas ha estado marcada por la mejora de la higiene y por hitos científicos clave, como lo han sido el descubrimiento de los antibióticos y el desarrollo de vacunas. Estas últimas han representado uno de los logros más significativos en la medicina, al ser una de las estrategias más efectivas para prevenir enfermedades infecciosas antes mortales. Su impacto ha sido decisivo en la reducción drástica de la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida a nivel global y en la erradicación de la viruela. A diferencia de los antibióticos, que se enfrentan al problema de la resistencia, las vacunas confieren protección duradera y benefician tanto a los individuos vacunados como a la sociedad en su conjunto mediante la inmunidad colectiva. No obstante, su desarrollo y aplicación han estado sujetos a debates científicos, políticos y sociales, reflejando la compleja interacción entre la ciencia y la sociedad a lo largo de la historia.