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El fútbol fue una de las primeras escuelas de aprendizaje, algo así como un laboratorio a cielo abierto de conocimiento, imaginación, amistad y sueño. El fútbol es también un jardín abonado de sensaciones, de nombres, de cromos, de alineaciones y de memoria. Con sílabas de gol es una aproximación a un juego contiguo a la emoción, la belleza, el suspense y la idolatría. Al niño lo conmovían esos héroes cotidianos, a los que veía en el bar, en las fiestas, en la panadería y en la calle, al doblar la esquina, y luego se transformaban sobre el baldío o los humildes y embarrados campos del fútbol modesto. De todo ello y de mucho más —de instantes reales o fabulados, del deslumbramiento del azar, de los fantasmas del ayer y los relatos orales— habla este poemario.