Monopolios

Sólo el tiempo se encarga de curar las heridas, de cerrar la cicatriz sobre la sien marchita de un puñado de fotografías que todavía nos besan. Desde ningún lugar, (una ciudad nueva en su madurez) hacia otro lugar (la casa de la infancia habitada ahora por la ceniza del padre). Es un viaje (“Monopolios”). Un barco repleto de maniquís sin aire que se bañan en el petroleo muerto de los días. Un monólogo en el teatro en sombra del hogar (“Monopolios”). Duro. Entrañable. Bello en el calor de su vómito.